Desde el 25 de junio de 2024, con motivo
del “día del municipio”, durante las fiestas trienales, con actos culturales y
publicaciones escritas, hasta el término de las mismas, se ha venido incidiendo
sobre una historia general del municipio y del Conjunto Histórico Artístico de
Nuestra Señora de Bonanza, en particular, de la que se excluye ciertos
episodios que se pretenden mantener en el olvido.
Mientras solo se sea capaz de observar y
añorar los matices del blanco en la pared NW de la ermita de Ntra. Sra. De
Bonanza de la huella de una placa colocada en 1953, y se ignore y continué
silenciando los matices del negro del postigo de la mazmorra bajo la balconada
W., no hay idiosincrasia que valga.
Podrá haber muchas índoles, tantas como
habitantes, pero no una, única como colectividad y como pueblo. Tampoco tiene por
qué haberla porque esto no es la Unión Patriótica ni, tampoco, el Movimiento
Nacional.
El municipio es la organización
territorial básica del estado y su existencia se fundamenta en tres premisas,
territorio, población y organización.
Es obvio que, si se pregunta si está
demostrado algún asesinato o desaparición entre la población asentada en el
T.M. de El Paso durante la represión iniciada a la par de la guerra civil, la
respuesta es categóricamente NO.
Pero si se le interpela sobre si, dentro
del territorio del término municipal, en partes concretas del mismo, se mató a
gentes procedentes de municipios limítrofes que buscaban cobijo y escondrijo en
sus monte, cuevas y barrancos, entonces la respuesta pasaría a un SI. Los
detalles están escritos en diversas publicaciones.
Si se solicita una respuesta de si, hijos
del municipio, encuadrados en las milicias fascistas de Falange y partidas de
Acción Ciudadana salieron a otros municipios a sembrar el terror y la muerte o
se participó en las cacerías de “alzados” en los montes de propios, esta
contesta sería un SI, que podría abundar con nombres de pasenses situados entre los más
sanguinarios asesinos de la geografía insular.
Si buscamos entre la organización
municipal, es decir, sus gestoras, o lo que estaba detrás de las mismas, es
posible que se llegue a la conclusión de que evitaron matar a sus vecinos a
cambio de darles palizas, multas, humillaciones y cárcel.
El conjunto de Bonanza fue presidio de
detenidos que habían realizado previamente el viaje a la cárcel de Los Llanos, prisiones
de S/C de La Palma y retorno al conjunto de Bonanza. Eso para los que no se
llevaron fuera de la isla.
El primer preso, dicho con reservas de
otras indagaciones, que figura con el número 344 en los libros carcelarios de
Los Llanos, fue David Taño Pérez, alcalde de El Paso (17-05-1931 al
03-02-1933), estuvo en la cárcel de Los Llanos desde el 29 de agosto de 1936
hasta el 3 de septiembre de ese mismo año, es decir durante seis días.
Una segunda redada en septiembre de 1936
llevó a cuatro “naturales de El Paso”, inscritos con los números 365, 366, 371
y 378. En las anotaciones al margen de los libros pueden leerse cosas así,
como, “conducidos por falange del Paso”, por orden del alcalde o, por
orden de la autoridad gubernativa. La mayoría no ponía nada, porque en octubre
fue la gran redada, en dos días se llevaron a 23 pasenses a la cárcel de Los
Llanos y de allí inmediatamente a las cárceles de la capital insular.
Que, dentro de la ermita de Bonanza, al
pie de la bella pila bautismal, se propinaban palizas, generalmente por parte
de la Guardia Civil, consta en documentos de consejos de guerra, como el
celebrado en Santa Cruz de la Palma a nueve de agosto de mil novecientos
treinta y siete. “El cabo de la Guardia Civil me partió los labios al pie de
la pila donde me bautizaron”, diría uno. Antero Simón fue apaleado, tenía
quince años, por eso su caso se llamó “exploración del menor”.
El 28 de octubre de 1936 consta la entrada
en la cárcel de Los Llanos de Agustín del Rosario Rodríguez, secretario del
ayuntamiento de El Paso por “inducción a acto criminoso”
Ese mismo 28 de octubre de 1936 el
ayuntamiento de El Paso toma acuerdos y destituyen al Depositario don Simeón
Méndez Taño y lo sustituyen por don Antonio Pestana Pino. Nombran secretario al
Oficial Mayor don Francisco Duque Martín por haber sido detenido el titular don
Agustín del Rosario.
Pero a Francisco Duque Martín le llegaría
su turno el 28 de diciembre de 1937, ese día el ayuntamiento de El Paso acuerda
su cese y el de un oficial del ayuntamiento, este último para incorporarse a
filas. Al mismo tiempo habilitan como secretario para sustituir a Duque Martín,
a Dámaso M. Díaz Rodríguez que estaba jubilado y había desempeñado el cargo de
secretario años atrás.
El 1 de abril de 1938 el ayuntamiento
trata los expedientes instruidos contra los exsecretarios Agustín del Rosario
Rodríguez y Francisco Duque Martín, aprueba los mismos y los envía a la
Comandancia General de Canarias. Desaparecen a partir de aquí los nombres de
estas personas ya condenadas en sendos Consejos de Guerra y puede ser que el
ayuntamiento se limitara, que no es poco, a cesarlos en todos sus posibles
derechos como exfuncionarios para dejarlos sin pensiones, reducidos a parias en
la sociedad de los vencedores.