Paisaje singular de Las Cuevas.
Estamos en la zona del Llano de Las Cuevas, una de las llamadas joyas de la corona de la política conservacionista, en calificación de la propia Reserva Mundial de la Biosfera, el lugar "muestra uno de los paisajes más singulares" de la Isla y la administración local pasense así lo recoge en sus redes y publicaciones.
Los numerosos transeúntes que han
escogido estos lugares para sus paseos, los ganaderos que van a repostar agua a
sus reses y caballerías, los segadores de pasto, turistas, ciclistas y demás
personas que pasan de largo, pasean y
contemplan el panorama, reparan entre otros aspectos, en la pared de delimitación del camino por el
oeste, una obra de largo recorrido que, posiblemente, nunca se termine,
o que, si se llega a terminar ya el deterioro será tanto por donde comenzaron
que habrá que volver a empezar.
Pero el problema sobre el que se
llama la atención y, que se sepa, nadie ha dicho y menos hecho nada, no está
ahora en las paredes, sino en lo que está tras ellas. Sobrantes de material de
obra, tierras removidas y amontonadas constituyen el caldo de cultivo para la
introducción de especies invasoras oportunistas en estas latitudes.
Dos especies que no son propias
del reino del tagazaste.
El tártago o tartaguero (Ricinus
communis L.) es un arbusto que crece en todas las islas del Archipiélago y que
está en la Lista de Especies Introducidas en Canarias de 2014, el Gobierno
canario la cataloga como especie invasora o potencialmente invasora.
El tabobo (Nicotiana glauca R. C.
Graham), bobo, jediondo, mimo, tabaco moro o venenero, de la familia de las
Solanáceas y estrechamente emparentado con la planta del tabaco (Nicotiana
tabacum), es una planta arbustiva frecuentísima en nuestro territorio. Abunda
en zonas ruderalizadas, márgenes de carreteras, terrenos removidos, núcleos de
población y fondos de barrancos, normalmente asociada a otras introducidas como
los tartagueros.
Los dos párrafos anteriores son
texto copiado de publicaciones especializadas en flora autóctona e introducida.
Ambas son especies tóxicas en
zona de pastizales, cierto que no existen actuaciones para sus control o
erradicación en Canarias pero que se introduzcan en una zona considerada
teóricamente como “espacio singular”, como consecuencia directa de una obra
municipal que por razones presupuestarias o de otra índole ha quedado
abandonada a la deriva, si es motivo, bastante y suficiente para que sean erradicadas por
la misma administración que propició involuntariamente su introducción.